sábado, 4 de agosto de 2012

LA RABIA


Me provoca demasiadas pesadillas de vigilia  y debería estar más borracha para expresar. Pero mientras el alcohol me va anegando no niego las palabras. Al igual que aun me queda  un pedazo de entereza para lidiar entre pensamientos cuando me anegan las lágrimas. Tan encerrada luchando dentro de mí que no puedo pelear fuera, y el mundo se pudre, y yo no soy ni un mísero insecto mordiendo su lomo… Porque el “yo” es un enemigo del “todos”, y porque, todos, hasta ahora, han sido de un modo u otro mis enemigos. Porque mi psique enferma y anhelante los ha convertido a todos en mis contrarios. Porque el enemigo está dentro y se ha ganado mi confianza, se llama “necesidad de amor”,  “necesidad de otros”. Porque se llama “ser humano” y no “principios”. Pero rompo con mis putas necesidades para abrazar las ideas que me atraviesan, me superan, las ideas que proyectan, van más allá. Porque me martillea en la cabeza que hay cosas que son más que nadie, y que, si llenamos nuestra alma de razón, somos sólo cosas. Herramientas para hacer a otros “fines”, que ya aquellos de igual corazón nos darán esencia y  nombre. Porque nos deben construir otros, porque debemos construir a otros, hay que mirar fuera para no edificarnos en vacío, en oscuro. Pero miro y no me ven y este proceso se halla roto. Doy lo que no tengo. 
Cada día despierto con la cabeza en una nube seca. Me duermo abrazada por el frío para amanecer sudando. Mi cuerpo parece expulsarse de sí mismo. No quiero salir fuera, me resisto a abandonar el lecho, todo va a ser más cruel que estar aquí dentro. Alimento ligeramente mi soma para que no se rinda y me echo a la calle para agotarlo. Todo es una perpetua actividad que destruya cosas que ingerimos o creamos. Las calles o hielan o abrasan, la calle te llena de ruido y no de sonidos. Porque esto es una ciudad, un puto hervidero de actividad. No busques personas, busca un ama de casa, un cartero, un policía, un conductor, un consumidor. Busca un rol, un papel que nos devora. Acelero el paso para llegar a ninguna parte. Consumir, autodestruirse. Y no olvido que esto es sólo mi forma de verlo, que mi histeria dista mucho de ser colectiva.
Pierdo el control, pero no sé cómo nadie no lo pierde. Grito por nada, golpeo objetos y me agredo a mí misma. Porque la realidad no es algo físico y atomizado que pueda patear, así que de algún modo me debo consolar. No puedo asir el “ahora” con las manos, no puedo concebir el estado de cosas como una roca, pero los necesito reventar. El momento es la miseria de mis emociones, las lagrimas de otros que no comprendo, las muertes de otros que ni entiendo. Esta rueda que no gira al azar, el imperativo categórico que me hizo nacer sin futuro y con obligación. Éste hombre con la cara sonrojada a perpetuidad por el alcohol y con los pies descalzos desde que de él tengo recuerdo. Y los miles y las miles que se sumarán a él en poco tiempo. Este momento es la bota del policía sobre la espalda negra del vendedor ambulante, el llanto de aquella niña con unos padres desequilibrados por la precariedad. Y yo aun tengo la oportunidad de intelectualizar… 
Ya no encuentro refugio a nada, ya no puedo dejar de analizar la vida a cada momento en base a mi idea de justicia. Ya no puedo dejar de sentirme lejos, lejos de los otros.

ALMALINÓLEO


  No sé qué aparece antes ante el artista, la necesidad de expresar o la necesidad de ser escuchado. Todo juego de putos egos dañados por déficits. Si te sirve tu parapeto, construyes el vicio y tu discurso ocupa toda conciencia.

     No sé en el punto en el que estoy. Sé que a todo doy vía libre a través de mis palabras. Controlo mi cuerpo en lo que puedo, en lo que temo. Escribiendo mi diario sin prever la línea posterior. Debería asustar vivir sin suelo, pero una vez que te sobrepones a lo atemorizante de vivir, la estructura es una anécdota. El puto filo de más de una década, de antes de mi conciencia, de mi individualidad. No sé porqué siento como displacer algo que siempre me ha acompañado. Tal vez me impele alguna pulsión innata, o la socialización me extorsiona. La realidad es que este desequilibrio me mantiene luchando hacia dentro y no hacia fuera. No hay putos puentes tendidos y esto es una isla en guerra. Las putas llamas abrasan mi piel mientras con el azote tibio de mi aliento trato de extenderlas.
De veras creo que hay algo debajo que no ha sido infectado por la sociedad, por la moral heterónoma. Como limpiando el terreno de las malas hierbas para preparar la verdadera cosecha. Y a lo lejos debe asustar el incendio erigirse como un fantasma inmenso…  
El puto fantasma ajeno que engendramos con cuidado. Lubricamos su anegación, soliviantamos sus esputos coléricos. Su odio que no comprendemos anida y usa nuestras palabras. Le damos unas alas más fuertes que las extremidades que nos mueven. Y nos vemos ligados a un monstruo que ha tomado nuestro gesto amargo como rapto. Mi débil alma, perpleja y arropada por su abulia, no es capaz de retomar el control. Perdida la lucha, esa puta bestia que te ataca soy yo. Mi hilo de sensibilidad yace en algún recoveco implorando que no se consume la posesión: las fauces del monstruo no llevan la estela de su lúcida caricia. La atrocidad que consume al todo es sólo un demonio fruto de la desdicha. La propiedad tierna, calidad y pura que me habita no es tan feroz como la amargura, perdió la batalla.
En un espacio de tiempo hecho de ecos abruptos, desdibujé injertos de rabia, maticé racimos de bilis e insuflé ánima al ánima. Lo dormido no está inerte. La puta piel áspera se está ahogando en combustión autoinducida: tengo turno para la réplica.  Mientras me queme para salvarme, para realimentar lo sutil, lo que cuida, lo que admira, lo que besa y da las gracias, busco mi mente en parámetros de sodio. MI fluir equilibrado para emanar y contenerme. Hay retazos de nosotros que ineludiblemente construyen, nos expanden. Ideados como organismos en espiral. El segundo de la luz en que siento algo desligado de lo precursor, que sólo puede ser porvenir porque sucede. No es, sino sucede, o soy y me sucede. Un desligamiento del soma, una experiencia no prejuzgada, no determinada, no condenada. Los márgenes en los que acontece lo que no ha sido delimitado de antemano. Esos soplos me hacen fuerte.
  Y te hablo de crecer, de escapar. De ser más allá del puto papel que todo y yo misma me he asignado. De la melancolía que me ha hecho presa, de la supuesta realidad bajo piel que llena mis arcas. De decir he sido pero no soy, lo que fue ya no es nada y siempre despertamos en un punto de partida. Necesito permitirme un mañana, pero más imploro regalarme un hoy.      

 Me despertó de la vorágine de la decadencia el símil del infierno de la inocencia. Cuando la inercia de mis emociones desgarra a la musa de la belleza. En la ebriedad del ser autodestructivo anclé mecanismos de agresión a control remoto: cuando estalle sentirás el daño colateral. La puta ruina que encarno. Y ver tu lívida mano temblorosa que no creía tal mezquindad por mi parte… NI yo misma atribuí crédito al súcubo que me devoraba… Dale cachos de amanecer a la noche que los engullirá como un suceso insólito y finito.
Me comí lo trémulo de tu alma.
 Henchido, el puto monstruo cree saber qué hacer, cree tener sito su lugar. Mi voz tenue no es lo suficientemente potente para decirte que a quien pretende destruir es a mí. Porque estás ahí, pero es a mí. Porque te lacera a ti para matarme a mí. Canción de niña triste desvencijados sus rasgos.
Me he nutrido de toda la piel muerta. NO  de la de ahora, sino de la que esparció la hidra con su venida. Lo que daba forma a mis ojos de melaza. Un contorno de dulzura y sobria emoción que no quedó olvidado. Revestido de poesía ahora será más fuerte. Un vestido sórdido de  costuras de arrepentimiento. Cuesta armonizar lo que late, secar lo que supura. De nuevo, la puta perversidad de mi deriva es que me hallaré tan distante a voluntad que no te sacudirá mi canto de sirena. Zaratustra satura de rocas la salida de su cueva. Antes que tocar, reventar. Implosión.    
Que la obertura me consuma, que el agujero me engulla. Y que el puto verso de amor que mascullo, vibre a través de la tierra y a la tierra hunda…

lunes, 30 de julio de 2012

HISTRIÓN


HISTRIÓN

Llorar por nada es llorar por todo. El agotamiento de una vida inactiva. Dejar de ser educado, sentir que queman los sueños por dentro. No es productivo imaginar. Resquebrajar la coraza de normalidad a espasmos. Todo lo retenido, toda la utopía dormida… El día que miraste tus propias manos y supiste que estaban hechas para acariciar, que escuchaste tu voz y comprendiste que nació para susurrar… Y viste que tu cuerpo era tan torpe, tan limitado, pero que podías darle nuevo uso. Pero susurrar entre ruidos y palpar el aire viciado te sigue ensuciando. El Histrión de la sensibilidad se desata, y hay días que te colma de belleza inesperada, y noches que canta melodías ensordecedoras porque se aburre. Labios que modelan la bruma, respiraciones asincopadas, momentos que dejan sin aire por llenarte de esencias indescriptibles… El Histrión te dice que eres capaz de todo eso, y tú no quieres menos que eso. El día en que los pensamientos tomen forma, como en un espejo. La resurrección de lo que nunca estuvo vivo, colmar el hueco… Entre trazo y trazo, devorando insatisfacciones, desgarrando ansiedades, cegando visiones tan reales… ¿Puedes imaginar lo que no existe? ¿Puedes construir lo que sueñas? Me agarro despedazando mis manos al mantra obsesivo de que puedo negar la absurda realidad. No puede ser que a esta dimensión del pensamiento sea la mayoría ciega. Precioso será vivir en el fragmento de segundo en que despiertas y no recuerdas quién eres… Sueña, sueña…

METANOIA

Siento el estómago encogido, como sucumbiendo ante la vergüenza. Pero sé que ese pudor me ha sido enseñado. Noto la cabeza empapada de ideas frágiles, de frases entre cortadas, pero soy consciente de que se aturde mi flujo por las cuerdas de su yugo. Veo lo que hay fuera y apenas atisbo el dentro. Nace de mí, para mí… Debo conseguir verlo. Y tal vez me diga quién soy más allá de este nombre y de este atuendo. Puede que me descubra secretos anhelos. Eso que define, que te cubre, que es cálido y tierno… El Yo eterno y sediento. Bailar como con uno mismo, como brotando, en la espiral de la metanoia. Crecer siempre hacia fuera cuando has estado tan dentro. El hermoso paraíso que somos, liberados del destierro y amar cada sentimiento que te estremece como verdadero. Mi universo incomprendido se ahoga pero escupe fuego… Henchido de sombras y  brillante de nuevo.

ALMA/LIMBO

Profusa belleza, difusa certeza. Escapa de mí hasta el mínimo roce que la da forma. En bucle en mi cabeza, el rumor… Y su tacto tan sagrado, olores corpóreos profundos…El recuerdo de la sensación del aire que nos envuelve. Y el temor que me cubre por si choco contra la arista del sueño. La retina casi colmada de la imagen de la piel trémula, los labios insaciables de una amargura compleja. Caminar como en una sombra, apurando un filo, meciendo el vértigo espeso. Y la húmeda calidez entre los dedos que la absorben de nuevo. El fluido que ayer fue sangre se desborda a través de  laberintos por momentos. La suavidad resbaladiza, la espesura de la tiniebla más dulce jamás descrita. Sabores inhumanos tan bellos… Buscando con las manos lo que ya está dentro, fundiéndose en un letargo que desear eterno. Misticismo voluptuoso. Mera anécdota el cuerpo. Temblores en auras rosas, destellos de sudores violetas. La melodía de incongruencias enraizadas en cavidades del ánima. Lento, rápido, velocidades, estímulos en eco. Usurpar la voluntad quieta, desatar la ebullición de la esencia. El destino de la vida, la pasión de la inercia.   

REM EN RE MORTE



Mi iris ya no se contrae, dice que para jugar sin sentido del día y de la noche ya no hace nada. Y siento un sueño tan espeso que confundo con tristeza… Me han  dado un mundo,  y mil alas, y sin sentido de la gravedad, los párpados no saben dónde situarse para correr el velo que me deje descansar.  Me mezo de forma rítmica, esbozando un torpe compás de 6x8, porque si me quedara quieta, si acunara un solo segundo, me derrumbaría extenuada. La máquina funciona por espasmos, estertores de adrenalina. Como si a partir de ahora fuera a suceder de un solo impulso la vida. Y lo que otros llaman todo, para mi no es tan siquiera un trozo de nada. Será que cincelo ideas de muerte, será que imagino demasiado para vivir tan poco.
Noto que algo ha rasgado la entrada angosta de la cavidad, y lubrica su obertura para que penetre en suspiros soterrados, antes olvidados, tenues, fragmentos de fragilidad preciosa. Desbordan el límite, y construyen miedos complejos: me enfrento al fuera sin tener un lugar cálido dentro.
Aspiramos a fundir nuestra fuerza con la materia más eterna. Como si existiera matiz entre nunca y jamás. Cómo si en el fondo hubiera disenso entre no saber y olvidar. Nos vestimos de la coraza de papel de terciopelo más áspera a los lirios. Y que nos partan la cara, que para esconderla no nos sirve para nada.
Abro los ojos, sin saber si en verdad estuvieron yermos, saltando otra vez en el abismo más intenso. Para cubrirme de la razón por fin objetiva, del ardor enhiesto de mis tripas, y de lo tierno y recto del confundir la esencia en un Yo colectivo. Ahora puedo desafiar a mil mundos porque aunque  muera sé que nada me habrá vencido.

Y el tren dibuja su viaje simétrico al día anterior que no sé si llegó a acabar, y esas caras que me ignoran no aspiran la misma atmósfera violeta. Puta ciudad interna de poetas. Errantes, nos movemos con palabras que sus lenguas confunden, chupan, no lamen, y sí tragan. Materia azul de la nada.
Otra confusión en la sociedad del entretenimiento, y jugar a ser un ser funcional para encajar. ¿Están hechos de lo mismo? ¿Son sólo proyecciones de derivas de mi cabeza? Siento que actúo en perpetua estridencia… Presión interna que me susurra que simplemente simulo, que me guardo lo que soy en presencia de esta legión alienada. Secuestrando mi Yo durante periodos regulares, habituales, demenciales… Pero éste no se calla, y me hiere. Me grita “escúpeles lo que eres”
Y otra vez el tren que te aleja, te retiene, te lleva, me mece, porque cuando estoy sin fuerzas mi cuerpo es vapuleado por la inercia. Y mi mente, absorbida por el color más apagado de mi repertorio de tristezas.
Para luego despertar, para luchar, soñar, perder, siempre perder, pero no renunciar. Por una vez mezclarme, no estremecerme de temor sino que aflore lo tierno por otros. Hacia, para, desde… Confluye, se hace varios, muchos, levedad de seres rotos.
Y en el peso de lo grandioso de nuestro sueño se me queda el alma enredada, pero tal vez nunca despierto y desde luego que no duermo, que seguro que si tiemblo muero. Porque queda el último paso, que algo me salve de la destrucción interna de un ser sin reflejo. Necesito que por debajo, de una maldita vez me sacuda la revolución desde dentro.

Provenía de los inconscientes


De pronto supe que provenía de los inconscientes, de esa vida que no toca el suelo. Profunda, profundo, siempre con un asombro muy denso. Te podría contar cómo se siente el aire que sabes que ha estado en otros, tan ajeno… Siento las neuronas como empastadas, la masa gris hecha pasta, espesa, viscosa, licuándose… Qué coño me pasa… Qué coño les pasa a estos humanos… Algo tiene que haber en las dos partes, no sólo yo y locura. Tanta diferencia se hace igual si lo miras desde su ángulo oportuno.
Tan fácil como pasear por la calle, y oír como trozos de conversaciones de nada y más nada que se escapan de esas figuras, de esos seres. ¿Qué músculo mueve sus sonrisas?,  yo no lo tengo, yo no lo quiero. Cuando te tapan la boca tantas veces no quieres sonreír.
Y todo sería como decirte nada, porque explica la nada, su nada, su realidad que es mentira. Tantas veces se repite, tantas veces se mutila. Cada pequeño insecto rezando a su dios, al que hace a su imagen y semejanza, espejo de naturaleza muerta.
Los que nos hacemos de dentro a fuerza, de entrañas a cuerpo, mente primero, instrumentalizando el cuerpo para transformar pensamientos y sentimientos en acciones, trazamos el sentido inverso del mundo. Sociedad esta, hecha de cuerpo a mente, alimentando lo material, conquistando la piel no a través de lo que su sensación significa. Materia para un cuerpo, sin traspasar esta barrera para llegar al alma. Engulléndolo todo, consumiendo, materia consumiendo materia. Los que somos de dentro a fuera vamos en sentido inverso.

Se me destrozó el juguete que tenía entre manos, de repente desteñían todos sus colores en negro. Y toqué tierra y aquí, entre los hombres, ya no quería jugar. No me gustan sus reglas. ¿Por qué siempre uno tiene que ganar? ¿Cómo lo hacen para que yo siempre pierda? Y si no participamos no hay juego… Huelga de juguetes, insurrección de muñecas, revolución de trenes de madera… La madera arde muy bien…

Ya no todo era yo. Ahora había otros, y unos otros sin rostro pero cuya voz intuía. Gritaban, o sé que gritaban, tenían que estar llorando. Necesito más trenes…
Las personas que tienen nombre y sé qué son, me hablan. Pero yo sólo oigo a los otros gritar. Las palabras se están perdiendo porque me quieren tapar los gritos. No los oyen o ya se convirtió en rumor y no distinguen.
Había fragmentos de nada por todas partes… Esas figuras me miran, pero sé que no me ven. ¿Y de qué me lleno yo si todo es nada?

Me senté en el autobús. Una mujer hueca delante, leía una revista que no decía nada sobre otros que no eran nadie. Y su tiempo se esparcía ahí, entre esas fotos de caras, otra vez esas sonrisas… Los coches, alrededor, en un atasco pasivo. Una luz roja que les adormece, que les dice que ahora no. Y cuando sea verde, todo fluirá porque les dice que ahora sí. Siempre les dicen. Desde fuera. Materia por materia, nada desde dentro. Entraron varios jóvenes, llenos de actividad absurda, que no construía nada y que como mucho destruye lo que está hecho para no durar. Para que siempre lo material consuma lo material. No puedo imaginarme que tengan una voz interna, que sepan hablar más allá de lo inmediato… Que hayan alcanzado tan sólo el pensamiento simbólico. La conciencia muerta en la etapa preoperacional. Y más personas, o eso dicen. Personas que se sientan del lado del pasillo dejando libre el asiento de al lado, protegiéndolo vacío. Más materia, más propiedad. No sé si tienen miedo de otra respiración, si quieren estar prestos a huir, si no les gustan las ventanas porque enseñan el mundo… Y yo miro y miro tras el cristal, la danza mortuoria de la “vida” de la gran ciudad. Ni una puta pincelada de arte no funcional. La contaminación está escribiendo algo en las nubes, y creo que dice “muerte”. ¡Qué tumulto y agitación tan alegres! Con sus bolsas de plástico pendiendo de sus manos cuando mejor estarían envolviendo sus cabezas. No quieren el aire para nada. Hasta que no puedan comprarlo.